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La Nueva Titanomaquia. ¡Estamos vivos!

Ensayo en la Nueva Titanomaquia

El patriarcado, nuestra cultura, distintas concepciones de realidad

Támiris

Introducción


Siempre recuerdo una conversación que tuve con mis compañeros, acerca de La Ilíada y La Odisea, cuando cursaba el primer año de la carrera de Pedagogía en Castellano, en la entonces llamada “Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago”. Recuerdo perfectamente a una compañera que se preguntaba:
- ¿Cómo Homero pudo escribir toda esta historia, si no veía la realidad, ya que era ciego?
Yo no tenía respuesta para esa pregunta. “Quizás la escuchó”-; pensé.
Años después, una psicóloga me prestó un libro que hablaba sobre el “patriarcado”. Lo describía como una forma muy interesante de interpretar la realidad, la historia, las relaciones de poder y de dominación. Esta “visión” ha sido muy utilizada por el feminismo, para explicar la situación de la mujer.
Pero no había una conexión directa entre estos dos episodios de mi vida.
Con el tiempo fui descubriendo que sí la había. Me di cuenta de que el “patriarcado” valora como superior todo lo que es fálico, hacia afuera (el órgano sexual masculino por sobre el femenino por ejemplo). La realidad para la visión patriarcal, estaría por lo tanto fuera de nosotros, percibida sólo por los sentidos: vista, oído, olfato, tacto y gusto. Una persona privada de algún sentido tendría para esta visión, una percepción limitada de la realidad, por lo tanto no sería productiva: ya que el trabajo para el patriarcado es la transformación de la naturaleza, es decir, de lo externo, no de lo interno.
De éste ubicar la realidad fuera de nosotros, vendría el episodio mítico en el que Edipo se arrancó los ojos para no “ver la realidad”, arrepentido de sus involuntarios insesto y parricidio. Posteriormente casi todos los ciegos que aparecieron en la literatura fueron mendigos o personajes esperpénticos. Esta visión literaria también se dio en la sociedad real.
Pero en la antigüedad no fue así. Si bien, Edipo se arrancó los ojos para no “ver la realidad”; antes que él: Homero, Tiresias, y los aedas o rapsodas eran todos sabios, por lo tanto “veían” la realidad. ¿Qué realidad verían si eran todos ciegos? ¿La que está adentro de nosotros y se manifiesta por medio de los sueños, diría Jung?
Pero: ¿dónde se encuentra la realidad? Quizás en la suma o en el equilibrio entre ambas concepciones: la “patriarcal”, que la concibe fuera de nosotros, percibida por los sentidos; y la “matrística”, que la concibe en nuestra interioridad, y que todavía estamos aprendiendo a percibir.
Fueron estos dos episodios de mi juventud: primero aquella conversación con mis compañeros de la universidad, y luego la lectura de aquel libro que me prestaron, los que sumados a mi posterior proceso de autoconocimiento, me motivaron a escribir este ensayo. Más que el afán de comprobar hipótesis, me mueve el de invitar a reflexionar y a mirar la realidad desde distintas perspectivas o paradigmas, para que así dejemos de estar tan “encasillados mentalmente”. (Por ejemplo: “Quizás los pueblos precolombinos, africanos y asiáticos eran más desarrollados que los europeos antes del siglo XVI, porque quizás eran más felices”. Aquí, para poder estar de acuerdo con esta afirmación, tendríamos que aceptar como desarrollo el grado de felicidad alcanzado por los habitantes de un pueblo; no su avance tecnológico, bélico o cultural.)
Todo es, todo existe: al calificar algo de bueno o malo, estamos emitiendo un juicio valórico. Y estos juicios sólo son válidos en la medida en que aceptemos la escala en que fueron hechos. Lo importante es que nos demos cuenta de que hay más de una escala.
Sin duda que la ceguera, así como las imágenes, la sexualidad placentera, la reproductiva, la homo y la heterosexualidad, etc; son, existen: por lo tanto forman parte de la naturaleza. Al calificarlas de “buenas” o “malas”, estamos emitiendo un juicio valórico. Y podemos hacerlo, pero sabiendo que estos juicios siempre van cambiando, cualquiera sea la cultura en que estemos viviendo.
Al darle nosotros una connotación negativa o positiva a la ceguera, creo que estamos manejando una de las dos concepciones de realidad que hemos visto: o la patriarcal, o la matrística.
Homero quizás haya sido un símbolo.





Capítulo I
¿Qué es el patriarcado?


El objetivo de este trabajo es demostrar que existen muchas formas de interpretar la realidad. Llamemos a cada forma distinta: paradigma. Muchas veces el paradigma no se discute. Vivimos en uno que tiene su concepción de “bien” y de “mal”, que no se discute. Este paradigma está influido por factores religiosos, culturales, etc; pero principalmente por el patriarcado.
¿Qué es el patriarcado? Sobre esta hipótesis antropológica que interpreta el desarrollo humano, se ha escrito bastante. Si miramos la prehistoria, veremos que el ser humano se diferenció del resto de los animales, en lo mucho que empezó a transformar la naturaleza. Primero descubrió el fuego, luego inventó la rueda, trabajó los metales, y así fue transformando el mundo para su comodidad. Se habla en la Biblia que al expulsar al hombre del Paraíso, Dios le ordenó reproducirse, dominar la Tierra y a todos los seres que habitan en ella; es decir, a la naturaleza.
Para cumplir con esta orden, el ser humano debió trabajar; el objetivo fue dominar y transformar la naturaleza. Las actividades agrícolas y mineras dejaron de tener un sentido de supervivencia familiar, y pasaron a tener un sentido de explotación monoproductora, dando origen al comercio. Estas prácticas nos fueron llevando a delimitar los territorios, a formar “patrias”, y ha hacer guerras.
Para realizar todo este trabajo, que en el “paraíso” no se conocía, se necesitaron trabajadores, mano de obra. Sus propios hijos fueron los primeros trabajadores de los “padres”. La única forma de tener certeza sobre la paternidad de un hijo, fue encerrando a la mujer en la casa, dando origen al matrimonio y a su dominación.
Todo este proceso se ha ido dando en forma tan espontánea, que hasta hoy muchos no nos damos cuenta de que nuestros roles son culturales, y los creemos naturales. El desarrollo humano se dio de esta manera: pudo haberse dado de otra.
Pero este dominio y transformación de la naturaleza nos trajo sí, desarrollo tecnológico: comodidad. Medios de comunicación, de transporte, hasta la computación. A pesar de eso creo que deberíamos ampliar el paradigma de lo que es trabajo. Este ya no debería ser exclusivamente transformar la naturaleza, sino también transformarnos interiormente. De esta manera detendríamos además, la destrucción medio ambiental.
Los grupos humanos que no se sintieron cómodos con este paradigma fueron dominados: pueblos no europeos, mujeres, juventud, discapacitados, etc. Y si alguien perteneciente a alguno de estos grupos se ha logrado destacar, lo ha conseguido renunciando consciente o inconscientemente a su verdadero ser, y aceptando el paradigma dominante.
“Todo nuestro conocimiento proviene de nuestra percepción sensorial”: me aseguró una religiosa católica, profesora de filosofía de la educación en mi universidad. ¿Los ciegos y los sordos tendríamos entonces una inferior percepción de la realidad? ¿O una distinta percepción? ¿Tendría Tiresias una inferior percepción de la realidad? El patriarcado nos perdona, si podemos cumplir a nuestra manera con la “orden divina”: “multiplicaos, dominad la Tierra y a todos los seres que habitan en ella”.
El ser humano, desterrado del Paraíso, ha buscado fuera de sí la “Tierra Prometida”. Desconectado de Dios o de sí mismo, no conoce su verdadero valor. Su autoimagen la forma en su infancia, con la retroalimentación que recibió del entorno en el que le tocó vivir. Por eso ha buscado la fama, el prestigio, adaptarse socialmente cumpliendo, a veces cobardemente, con las normas escritas y no escritas del sistema patriarcal. El ser humano necesita dominarlo todo, incluso a si mismo, porque no confía ni en sus impulsos.
A los hijos, cuya paternidad ha estado asegurada por la enclaustración sexual de la mujer, se los programó psicológicamente para que fuesen continuadores o aumentadores de la fama y el apellido paternos, del sistema patriarcal, más que para que fuesen felices siendo ellos mismos.
Es verdad que ha habido grandes profetas que han dado origen a religiones, pero sus seguidores no han sido capaces de cambiar este paradigma. Al contrario, lo han defendido, utilizando quizás inconscientemente, las enseñanzas de dichos profetas para este fin. Imponiéndonos como los fariseos, reglas y prohibiciones que ni ellos cumplen.
“Mirad las aves del cielo y las flores del campo”-; dijo uno de estos profetas -. “No siembran ni cosechan, sin embargo nadie se alimenta ni se viste mejor que ellas.”
Todos hemos sobrevalorado lo fuerte, lo exterior, lo material, lo racional: y todos hemos subvalorado lo débil, lo interior, lo espiritual, lo emocional. Pero si cambiáramos el paradigma de lo que es realidad y de lo que es trabajo, sería exactamente al revés.
A pesar de esto, quizás tengamos que aceptar y estar orgullosos de nuestra historia como especie humana. Para algo ha sido así, aunque no lo podamos comprender. Y utilizando la tecnología, alcanzada a tan alto costo, comencemos a mirarnos hacia adentro, a liberar nuestra autenticidad. Creo que si confiáramos en lo que realmente somos, no viviríamos sólo para sobrevivir y alcanzar la aprobación de los demás, sino también para “religarnos” con nuestro verdadero ser interior.






Capítulo II
La Grecia mitológica


El objetivo central de este capítulo, es la igual valorización de lo interno que de lo externo. Sólo así, se podría asociar a lo primero con femenino, matrístico, intuicional, y a lo segundo con masculino, patriarcal, sensorial, sin que se produzca una bipolarización para el dominio de una concepción de mundo o de realidad, sobre la otra. Además, lo que aquí llamamos femenino y masculino está presente en todos los seres humanos: hombres y mujeres. También la percepción intuicional y sensorial de la realidad.
La igual valorización de lo interno y de lo externo: del vaso y del falo.
En el capítulo anterior, vimos que esto no se dio históricamente. El dominio de lo patriarcal, de lo masculino, de la percepción sensorial de la realidad, nos trajo desarrollo tecnológico. El dominio de lo matrístico, de lo femenino, de la percepción intuicional de la realidad, alguna vez como veremos luego, nos trajo desarrollo espiritual. La igual valoración de ambos paradigmas, nos traería equilibrio.
En la mitología griega, y de todos los pueblos antiguos, todo es hermoso y confuso: digno de ser estudiado con una nueva mirada. Una mirada menos enjuiciadora de creencias y mitos, menos calificadora, para que podamos entender el por qué de estas. En nuestra nueva mirada, nada va a ser bueno o malo: todo simplemente va a ser, va a existir. Dioses y diosas, demonios y demonias, simplemente van a ser, van a existir.
Las fuentes que nos llevan al estudio de la religión de los antiguos griegos, no nos dan una exactitud cronológica. Homero, el más antiguo cronista, pertenecía a la tradición oral: cantor errante cuyas canciones eran inspiradas por los dioses. La Ilíada y La Odisea, obras de carácter histórico, recogen tradiciones religiosas que probablemente se remonten hasta los años mil doscientos y mil antes de Cristo. Homero nos narra importantes noticias, reflejo muchas veces de una vieja religión de carácter preolímpico. La “Titanomaquia” pudo haber sido una transición entre una era matrística y una era patriarcal.
La “Titanomaquia” fue la lucha entre titanes y dioses, con el triunfo de estos últimos; representa el fin de la religión preolímpica, mal llamada hasta hoy por los estudiosos “demoníaca”, y el establecimiento definitivo de los dioses olímpicos. Hesíodo, sucesor de Homero, fue uno de los autores que contribuyó a este nuevo orden.
En la religión preolímpica, sin embargo, reinaron divinidades femeninas. Gea fue el principio de donde surgió la vida, principio de fertilidad. En la Grecia preclásica, antes de los grandes filósofos (Sócrates, Platón y Aristóteles), se puede percibir claramente una época de crisis o de transición entre dos concepciones de mundo o de realidad, que hoy podríamos llamar: transición desde una visión matrística de la realidad, a una patriarcal. Esto se puede comprobar con la diferencia que hay entre la religión preolímpica, llamada por los estudiosos “demoníaca”, y la religión olímpica, en donde Zeus es el “padre de los dioses”. En la primera Zeus depende afectivamente de Hera, de la cual está perdidamente enamorado, ejerciendo ella un dominio sobre él mediante el erotismo. Además, como dijimos antes, en esta visión preolímpica, o matrística, o “demoníaca”, reinaron divinidades femeninas como Gea y otras. Esta visión va a ser modificada, decíamos, después de la “Titanomaquia”.
Esta crisis que provoca la transición entre estas dos concepciones de mundo o de realidad, pero que no logra impedir que en algún momento coexistan luchando por el poder, se refleja también en la tragedia griega. En “Edipo rey” de Sófocles, por ejemplo, el profeta es Tiresias: un ciego que ve mediante sueños. Sin embargo, al final de la misma obra, Edipo desesperado: se arranca los ojos para no “ver la realidad”. Estos dos episodios, entre muchos otros, marcarían el paso desde una visión interna o femenina de la realidad, a una externa o masculina. Desde una Religión Preolímpica a una Religión Olímpica, que con el tiempo también va desapareciendo para dar paso a una religión monoteísta. Sócrates, Platón y Aristóteles, tenían concepciones monoteístas, de un dios más masculino. Ellos se dirigieron a grupos más restringidos de la sociedad. Platón renegó de Homero, y lo excluyó de su “República”.
En la época de transición, se mezclan estas dos concepciones de mundo o de realidad en hermosos mitos y leyendas: dioses y diosas, hombres, mujeres, héroes, ninfas, etc, se unen y se desunen, se aman y se odian. La literatura recoge todo esto. En la teogonía, se nos habla del origen de los “dioses”: éstos, recordemos, resultaron ser aquellos que triunfaron sobre los “demonios”, en esa gran batalla llamada “Titanomaquia”. Jenófanes de Colofón: poeta y filósofo; acabó refutando a Homero y Hesíodo, condenando el politeísmo, la “inmoralidad” de los dioses y su antropomorfismo, que consideraba como restos de una mentalidad primitiva, opuesta a la elevación de la idea de un Ser Supremo. Sin duda que este autor, ya está defendiendo los postulados que mostráramos en el capítulo anterior: el dominio y la transformación de la naturaleza por medio del “trabajo”, utilizando para ello a los hijos. Posteriormente, la función de los hijos pasó a ser engrosada primero por los esclavos y después por los trabajadores, quienes son “hijos”, simbólicamente, de amos y patrones. La sexualidad pasó a ser inmoral si no era para la reproducción.
En esta época posterior a la Titanomaquia, los escritores teatrales cómicos y trágicos introducen a los dioses en sus escenas, citando frases que aclaran algún concepto religioso. Pero algunos como Eurípides, se ríen de la mitología, considerándola supersticiosa y popular. Aquí ya se ha avanzado hacia el monoteísmo. Para el pensamiento culto, ya en la república griega, la religión del pueblo era novelesca y supersticiosa.
En este capítulo queremos mostrar, que en la antigua Grecia coexistieron dos concepciones de realidad, matrística y patriarcal, y que además se dio una época de crisis y de transición, marcada entre otras cosas por la Titanomaquia. Dejando antes de esta época de crisis a la Religión Preolímpica, y después a la Religión Olímpica.
Curiosamente es la Religión Preolímpica, donde reinan divinidades femeninas como Gea y otras, donde hay “espíritus malignos” como las eríneas, donde cabe lo mágico, lo sobrenatural, la que sufre el estigma de haber sido llamada hasta hoy “religión demoníaca”. La Religión Olímpica en cambio, después de la victoria de los dioses sobre los titanes, ordena un poco las cosas, y es heredada a Roma donde va evolucionando hacia el cristianismo.

Religión Preolímpica (Grecia preclásica): realidad interna, femenina.
Titanomaquia: lucha que provoca la transición.
Religión Olímpica (Grecia clásica): realidad externa, masculina.

En la literatura griega, estas dos concepciones de realidad están mezcladas a tal punto, que a veces es difícil identificarlas y separarlas cronológicamente. La leyenda de la isla de Lesbos, los criterios opuestos que hay entre Tiresias y Edipo para sentir la realidad, y el dios Crono: que devora a sus hijos al nacer, para que éstos en el futuro no tengan más poder que él; nos hablan de una visión matrística, de una transición y de una visión patriarcal respectivamente. No hay un orden cronológico en estos relatos, quizás porque los contemporáneos a un hecho, difícilmente pueden ser conscientes de su verdadera trascendencia. Difícilmente pueden “leer” su realidad con la perspectiva que da la historia, la lejanía de la ocurrencia. La maquinaria social se mueve de manera tal, que los individuos no somos conscientes de ello.
Veamos ahora la Religión Preolímpica, la Titanomaquia y la Religión Olímpica, intentando en lo posible, cumplir con mi propósito de tener una mirada menos prejuiciosa de lo que la ha tenido la cultura hasta hoy, menos calificadora de creencias y mitos, para que podamos entender el por qué de éstas. En nuestra nueva mirada, nada va a ser bueno o malo: todo simplemente va a ser, va a existir. Intentemos ver desde otra perspectiva al Hades, al barquero Caronte. Intentemos ver al “bien” y al “mal” como dos fuerzas necesarias, que se unen, se aman y se necesitan para que haya vida: como en la electricidad, como en el átomo; con cargas negativas y positivas.
Durante la época más primitiva, llamada preanimista, impera la diosa madre: Rea. Luego, en el periodo llamado animista, aparecen seres espirituales inmateriales. Es muy importante destacar que, aún para los estudiosos tradicionales, en estas dos fases del desarrollo de las creencias religiosas, hay un principio esencial que es característica común de todos los “pueblos primitivos”: la existencia de dos principios antagónicos y complementarios.
De la unión de estos dos principios procede todo lo existente.
Se ha llamado a uno de estos principios: oscuro, húmedo, terrestre y subterráneo. Y al otro: celeste, claro, caliente y vivo. Lo cierto es que de la unión de ambos principios, surge la vida: siendo el principio celeste el fecundador, y el terrestre el fecundado.
En los tiempos pre y protohelénicos (religión cósmica o preolímpica), imperaban las llamadas “divinidades infernales”. Estas divinidades subterráneas, relegaron a las otras, que a veces también procuraban descender al mundo de los “demonios”.
El origen del Universo para los griegos fue el Caos: espacio vacío, infinito y tenebroso. Gea (Tierra) se separa de Tártaro (Infierno), y da el Caos. Eros (Energía Primordial, Montaña) y Ponto (Mar) engendran a Urano (Cielo).
El origen de los dioses fue el fruto de la unión entre Gea y Urano (Tierra y Cielo).
De esta unión nacen titanes, cíclopes, etc. De Gea más Ponto nace Nero, padre de las nereidas. De Océano más Tetis nacen las ninfas. De Crono más Rea nace Zeus. Crono trata de devorarlo como a sus otros hijos, pero Rea, que aún tiene más poder que él, lo salva y lo deja al cuidado de unas ninfas, quienes se encargan de criarlo. (No puedo dejar pasar estos dos hechos, sin hacer una analogía con otras tradiciones. En la más conocida por los cristianos, la hebrea, Yavé (Dios) expulsa a Adán del Paraíso, porque éste quería igualarse a él. Y luego Moisés, salvado de las aguas y criado por la hija del Faraón.)
Zeus creció, venció a su padre Crono, resucitó a sus hermanos siguiendo ciertos consejos de Rea, y reinó sin discusión, incluso sobre algunos titanes.
Pero los demás titanes se sublevaron y quisieron destronarlo, dando origen a una terrible lucha: la Titanomaquia. Esta terminó cuando los dioses “celestes” vencieron a los “terrestres” (demonios). Estos últimos fueron arrojados a los profundos y oscuros antros de la Tierra, donde quedaron encadenados. (Comparable a la lucha entre ángeles de la tradición judeo cristiana: en ella el Arcángel Gabriel y sus ejércitos, vencieron a Luzbel y los suyos. Luzbel había sido el ángel más bello, el que se había rebelado contra Dios.) El más feroz enemigo de Zeus fue Tifón, hijo de Gea y Tártaro.
Con el triunfo de los dioses “celestes”, Zeus pudo gobernar sobre el Universo, dando origen a la Religión Olímpica. En esta etapa, la clase sacerdotal y una parte elevada de la sociedad, se esfuerzan por sacar a algunas divinidades del mundo “inferior”, y las transforman, las ridiculizan. Los “demonios” quedan reducidos a oscuras fuerzas maléficas, a las que combaten dioses y héroes. El viejo culto de los “demonios” degenera en magia grosera y popular, desacreditándose cada vez más.
Los dioses olímpicos heredan de los preolímpicos el carácter antropomórfico. Zeus, el “dios de los dioses”, es omnipotente aunque consultaba con sus pares. La omnipotencia aumenta a medida que se pasa del politeísmo al monoteísmo. Existe un orden en el Universo: los dioses del Olimpo no lo crearon; puede reconocerse aquí, un residuo de la Religión Preolímpica.
De más está decir, que a aquello que los estudiosos tradicionales han llamado “demoníaco”, nosotros podemos asociarlo con lo terrestre, lo interno, lo femenino, lo emocional. A su vez, a aquello que ellos han llamado “divino”, nosotros podemos asociarlo con lo celeste, lo externo, lo masculino, lo racional. Recordemos también, que para todos los “pueblos primitivos”, la vida surge de la unión de dos principios antagónicos y complementarios: principio terrestre y principio celeste.
Sólo la igual valorización de ambos paradigmas creo, nos podría traer equilibrio.
Al final de este capítulo, estoy demostrando mi hipótesis. Es bastante difícil mirar la realidad desde una nueva perspectiva: primero, porque las fuentes a las que accedemos nos muestran la patriarcal; y segundo, porque nosotros también estamos acostumbrados a ella.
Terminamos el capítulo, afirmando que en la antigua Grecia se dieron dos concepciones de realidad: matrística (Religión Preolímpica) y patriarcal (Religión Olímpica). Y que además se dio una época de crisis y transición, marcada entre otras cosas por la Titanomaquia.
Invito a mis lectores a reflexionar e investigar sobre el tema.





Capítulo III
La Era Equilibrada


Sin duda que todo es igualmente importante: la percepción sensorial y la intuicional; lo masculino y lo femenino; etc. Ha sido nuestra cultura la que se ha desequilibrado. Y cuando la balanza se desequilibra, hay que agregarle peso al lado más liviano para volverla a equilibrar: si esto es lo que queremos. Y esto es lo que quiero, y siento necesidad de informárselo a mis lectores. Lo que algunos, llenos de fobias, ya me han dicho: “que este trabajo es una apología de lo interno y de la ceguera”; no es más que mi humano intento de equilibrar la balanza.
Desde el punto de vista científico, una idea es verdadera cuando se ha demostrado empíricamente muchas veces, cuando se ha comprobado la hipótesis. Es importante comprobar empíricamente los fenómenos espirituales o internos. Comprobar empírica o experiencialmente la existencia de Dios, como Carl Jung comprobó la del inconsciente colectivo por ejemplo. ¿Serán lo mismo? Jesucristo, que caminó sobre las aguas e hizo otras acciones que desmienten las leyes físicas de Newton, dijo: “Si tuviereis fe y no dudareis, todo os será posible”. Propongo un ejercicio: tomemos esta afirmación como una hipótesis, y tratemos de comprobarla empíricamente en nuestra cotidianidad. Para ello pensemos en algo que queramos o estemos muy motivados de realizar. Si logramos estar seguros, “saber que es así”, sin dudar, se realizará. (Investigar en el evangelio de Mateo cap. 14, vers. 25 al 31. También en Mateo cap. 17, vers. 20. Y Mateo cap. 21, vers. 18 al 21.)
Una verdad científica es entonces, la que se ha comprobado empíricamente. La reflexión, por muy lógica e inteligente que sea, si no se ha comprobado es especulación. Muchas veces se utiliza a la lógica para convencernos de una “verdad”; se utilizan también “analogías lógicas”: pero no se han comprobado. La filosofía es especulativa, la “Suma Teológica” también lo es. Es importante la especulación, pero igualmente lo es comprobar empíricamente lo que se ha especulado primero.
En el capítulo anterior hemos visto como en la antigua Grecia, así como en todas las culturas primitivas, se creía en un origen del Universo producto de la unión de dos principios antagónicos y complementarios. Llámense Gea y Urano, Pachamama e Inti, yin y yang, Dios y Demonio, femenino y masculino, etc. Lo cierto es que estos dos principios estuvieron en el origen. Posteriormente vimos como hubo un periodo en que predominaron divinidades femeninas. A este periodo nuestras fuentes de información lo llaman “demoníaco”. Luego hubo una gran lucha: guerra entre ángeles o Titanomaquia. Después de ella emerge nuestro sistema patriarcal, con divinidades masculinas, que ha tenido como fin la transformación y el dominio de la naturaleza por medio del “trabajo”, y que nos ha brindado tanto desarrollo tecnológico.
Según algunas corrientes psicológicas, el ser humano desterrado del Paraíso (caído), busca volver a la conciencia. Para ello hace un camino hacia el retorno. Lo interesante es que si lo logra, llegaría más maduro que antes de caer. Esto justificaría los mitos de caídas, búsquedas y despertares que hay en las distintas tradiciones religiosas, folklóricas (cuentos infantiles), literarias, etc.
¿Se desprende de todo lo que hemos visto hasta ahora, que el Universo podría marchar hacia una Era Equilibrada, con una “Pareja Divina”, que además estaría potencialmente dentro de cada uno de nosotros? Intentaremos en el resto de este trabajo, reflexionar y experienciar acerca de esta pregunta. Por supuesto que nuestras respuestas podrán ser válidamente refutadas, cuestionadas o enriquecidas, siempre que estas reflexiones y trabajos sean honestos y bien intencionados.
¿Es válida la literatura como fuente, para investigar científicamente sobre fenómenos espirituales o internos? Se ha comprobado que los mitos y los cuentos de la literatura antigua, contienen imágenes que se repiten en los sueños y fantasías de las personas actuales. A estas imágenes típicas, Carl Jung las llamó “representaciones arquetípicas”, porque parecen pertenecer a la estructura heredada de la psique colectiva. Producen a quienes las perciben, fuertes impresiones afectivas que los conectan con lo colectivo.
El lenguaje surge como, o debido a una necesidad de comunicación o de expresión del alma. Después la escritura, permite que esa expresión del alma perdure en el tiempo. La escritura es un código que “representa” al lenguaje. (La necesidad de comunicarnos nos ha llevado a desarrollar otros medios y tecnologías, que están potenciando al lenguaje y la escritura.) El ser humano necesita comunicarse por muchos motivos: uno de ellos es expresar emociones, sacar el alma hacia afuera. Esta es la motivación que ha originado el arte en general y la literatura en particular. Si la motivación que origina el arte y la literatura es: sacar, salir del aislamiento, comunicar el alma; por tanto, la literatura es válida como fuente para investigar científicamente sobre fenómenos espirituales o internos.
Hay motivos que se repiten en la literatura, pero con distintos desenlaces. El “viaje” por ejemplo, está presente en muchas obras literarias. Si bien don Quijote vuelve a casa triste y decepcionado, rindiéndose ante la “sensatez” de sus amigos; y Alsino volando hacia la estratósfera, se suicida al ver fracasado su verdadero amor. Al revés de ellos, Ulises logra regresar a Ítaca, triunfar sobre los “pretendientes” y recuperar el amor de Penélope. ¡Y qué decir de Juan Salvador Gaviota!: que después de ser expulsado de la “bandada de la comida”, hace de su exilio un viaje tan evolutivo, que finalmente es capaz de regresar a ella como Mesías. (Hay que tener valentía para mezclar estas obras en un mismo análisis, sobretodo después de haber aprendido que hay unas más valiosas o importantes que otras. Pero el motivo del “viaje” está presente en todas ellas, y aquí estamos hablando de eso.)
El motivo del “héroe” también está presente en toda la literatura de las distintas épocas y lugares. ¿Qué se entiende por héroe? ¿Qué busca el héroe? ¿Por qué hasta ahora, han habido menos héroes mujeres? ¿Y menos héroes discapacitados? ¿Y muy pocos héroes no europeos? ¿Y casi ninguno homosexuales o lesbianas? ¿Serán éstos los héroes del futuro?¿Qué harán para serlo? ¿Irán a la guerra y matarán gente, como los de la antigüedad? ¿O trabajarán para ser ellos mismos, para descubrir y crear cosas nuevas? ¿Quizás lucharán contra el calentamiento global, por el cambio global?
Todo lo que en una persona es raro, excéntrico, diferente, tiene potencialmente el valor de producir cambios sociales. Por eso hay que respetarlo, y ayudarlo cuando se sabe como hacerlo. En cambio no se produce movimiento cuando hay una tan buena adaptación social, que no hay sufrimiento personal y por lo tanto no hay búsqueda.
Últimamente en la ciencia, en algunas religiones, en la cultura, el principio femenino se ha equiparado al masculino. Uno de los más importantes símbolos femeninos es el vaso: en él deben producirse las transformaciones de la materia. Si bien las nuevas teorías ya no generalizan, reconocen la pertinencia de pensar en distintos escenarios, y que en cada uno de ellos se van construyendo distintas historias, que los resultados dependen de las perspectivas y que éstas son variables.
Pero no obstante, actualmente hay cada vez más “héroes”: personas, mujeres y hombres, que están trabajando para superar el conflicto entre su naturaleza y su programación cultural; que están trabajando para armonizarlo. Este trabajo no sería egoísta como podría suponerse, sino que al contrario es bastante colectivo. Un conjunto de personas que descubre algo nuevo, produce rápidamente en otros un efecto de asimilación, que se difunde con celeridad.
Pero los cambios duraderos no se pueden forzar ni imponer por decreto, sino que se producen al sentirlos espontáneamente. Un ejemplo de esto es cuando se inventó el “esperanto”: la intención de unificar el lenguaje en el mundo era buena, pero no pudo con la evolución espontánea de las lenguas maternas (Eso no impide que quizás alguna vez se llegue a una lengua única, pero ésta tendría que desarrollarse espontáneamente). Otra vez se intentó construir una sociedad más justa. Y así podríamos seguir enumerando “heroicos intentos” del ser humano por ser feliz.
Los cambios duraderos se producen al sentirlos espontáneamente, y podemos ayudar a que se produzcan. La “Nueva Titanomaquia” es el paso del patriarcado a una Era Equilibrada. Y como la antigua también es una lucha difícil, ya que el futuro no está escrito en las estrellas, sino que depende de nuestra acción cotidiana.







Conclusión


“Soy hombre (ser humano), nada de lo humano me es ajeno” (Miguel de Unamuno).
Con este ensayo quiero mostrar parte de mi proceso, todavía inconcluso. Y si pensamos que la evolución es una flecha irreversible en el tiempo, los procesos nunca estarán concluidos. No obstante pueden lograrse grandes triunfos en el camino: y esas son las metas.
Pero para lograr esos triunfos hay que pasar por innumerables fracasos y tropiezos. Me he demorado muchos años en responder a la pregunta: “- ¿Cómo Homero pudo escribir toda esta historia, si no veía la realidad, ya que era ciego?” Quizás habría sido más fácil responder que no la escribió, porque Homero pertenecía a la tradición oral. Pero afortunadamente para mí, ya en ese tiempo no me conformaba con las respuestas fáciles.
Un fotógrafo sabe que existen muchos ángulos para enfocar un mismo paisaje, para mirar una misma realidad: y que ninguno de ellos es más válido que otro. Llamemos a cada ángulo distinto: paradigma. Muchos ingenuos han querido arreglar el mundo dentro del mismo paradigma patriarcal en que se ha movido la política, la religión y la cultura durante la Historia. En este trabajo hemos demostrado la existencia de dos principios fundamentales. La desvalorización de alguno de ellos provoca el desequilibrio: lo interno no es más ni menos importante que lo externo.
No pretendo, ni es mi obligación, hacer que todos estén de acuerdo con los planteamientos expresados en este ensayo. Sólo pretendo invitar a reflexionar, y a mirar la realidad desde distintas perspectivas o paradigmas, para que así dejemos de estar tan “encasillados mentalmente”.






Bibliografía


1) Kuhn, Thomas: La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1993.
2) Feyerabend, Paul: Adiós a la razón, Tecnos, Madrid, 1992.
3) Kuhn, Thomas: ¿Qué son las revoluciones científicas?, Paidós, Barcelona, 1989.
4) Vergara, Delia: Encuentros con Lola Hoffmann, Ed. Antártica, Santiago de Chile, 1989.
5) Cid, Carlos: Historia de las religiones, Ed. R. Sopena, Barcelona, 1965.
6) Jung Carl G: Recuerdos, sueños y pensamientos, Seix Barral, Barcelona, 1989 (Quinta edición, traducción de María Rosa Borrás).
7) PRIGOGINE, Ilya: Entre el tiempo y la eternidad, Alianza Universidad, Buenos Aires, 1992.


Támiris (Luis Alberto Méndez Quezada).
Registro de Propiedad Intelectual N° 179850, del dominio literario de Chile.

4 comentarios

María Rosa -

Luis, está muy interesante tu ensayo, hay muchos temas que son importantes de abordar en el, algunos de los que te podría recalcar son: por ejemplo, que simepre el ser humano ha pensado que sus conocimientos provienen desde afuera, desde los sentidos. sin embargo, me atrevo a decir que el hombre nace con algo que le es dado, algo que hay que descubrir en la interioridad, y quizá en eso la tecnología no ha ayudado mucho, sino queha sido como una discreta alienación del hombre del siglo XXI, puesto que los antiguos se conocianmás a sí mismos y no tenían tecnología...

bueno podría hablarte mucho de tu texto, porque me da mucho que pensar...
otra coa interesante, son las distintas formas de interpretar la realidad, Nietzche decía que todo es interpretación, yde algun modo es cierto...
bueno, espero verte luego para que hablemos de estos temas y otros que me quedaron dando vueltas.
te envio un abrazo.

Alicia -

El caos como fuerza unificadora, la complejidad como mundo abierto de posibilidades, la posibilidad de construir activamente nuestro lugar, un nuevo espacio, son recursos de los nuevos paradigmas que nos permiten desplazarnos de visiones ligadas a un mundo ordenado y predecible a otras en las que las turbulencias, las oscilaciones y la novedad forman parte de lo cotidiano. De visiones en las que creíamos en un futuro garantizado por sistemas políticos, científicos o terapéuticos a otras donde el futuro está por construir. La estrategia es ahora el arte de trabajar en la incertidumbre.
Gracias Luis por traer luz de conciencia.

Luis -

Me halagan Alicia tus comentarios. Es interesante ir formando un "número crítico" con gente como tú, que se da cuenta. Sigamos conversando.

alicia -

Excelente invitación a la autobservación, una apuesta a la apertura de una nueva "visión" de la "realidad", una apuesta directa al despertar de conciencia